viernes, 13 de febrero de 2015

Sufridor profesional ¿yo? Que va

La preocupación. La preocupación es normal para todos. Todos nos preocupamos por los que más queremos, por lo que nos importa. No queremos que nuestra pareja sufra, que nuestros amigos pasen por malos momentos o que nuestros familiares tengan un accidente. Por eso les avisamos, les damos consejos y nos preocupamos por ellos, queremos que estén bien.

También nos preocupamos por nosotros mismos, por si estamos tomando buenas decisiones, por qué será de nuestro futuro, si estamos actuando bien con las personas que queremos, por nuestra salud, nuestro trabajo, nuestra dieta, nuestra imagen…


Cuánta preocupación ¿no?


Con tantas cosas en las que pensar muchas veces nos  colapsamos. No podemos parar de pensar en esa cosa que nos preocupa tanto. Durante toooodo el día tenemos pensamientos en nuestra mente acerca de esa cosa que tanto desasosiego nos causa. No hay manera de dejarlo estar.
Cuando estamos entretenidos con otra cosa o logramos concentrarnos en algo, la preocupación no desaparece si no que está ahí, en segundo plano, como flotando, para volver a aparecer en cualquier momento en que nuestra mente se despiste de la tarea que estamos realizando.

Y es que además, llegas a pensar que te tienes que preocupar, por qué si no piensas en ello ¿Cómo lo vas a solucionar? Además preocuparte hace que estés alerta. Si no te preocupas no vas a poder anticiparte a la situación, por lo que si en algún momento pasa eso tan terrible que crees que va a pasar no vas a estar preparado para reaccionar. ¿Qué pasará entonces?
Intentas dejar de preocuparte, pero ya piensas en la preocupación como en algo que tienes que hacer, porque seguro que si dejas de preocuparte, pasa. En el momento en el que bajes la guardia, pasará.

Tanta preocupación hace que sientas ansiedad, claro, todo el día con tanto pensamiento negativo en la cabeza, pues tu cuerpo reacciona. Estás tenso, sientes dolor en el pecho, el corazón te va más rápido, te cuesta respirar… ¡si es que tanta preocupación te va a matar!

Y así, día tras día… Intentas dejar de sentirte así: buscas soluciones, te distraes, hablas con tus amigos y familiares, vas al médico no sea cosa que tanta preocupación al final te cueste un disgusto, pero llega un punto en el que no sabes que hacer para dejar de sentirte así. ¿Qué haces? ¿Cómo sales de este círculo de preocupación?

Puede que al leer esto te hayas agobiado un poco (es lo se que pretendía) o puede que esto te suene mucho. Si es así, eres un sufridor profesional. Y tienes que saber que sufrir así no es normal. Preocuparse es habitual sí, pero cuando llega un momento en que no lo puedes controlar, tienes un problema. Un problema que se llama Ansiedad Generalizada.

Lo que define al trastorno de ansiedad generalizada, como habréis notado, es la preocupación. La preocupación excesiva. Llega un momento en el que es incontrolable, y la persona que la padece, sufre muchísimo, porque no sabe cómo salir de ahí. El día a día puede convertirse en algo agotador ya que es muy difícil poder desconectar. La persona se siente ansiosa, inquieta, impaciente, atormentada…

Afortunadamente este trastorno tiene solución, desde la psicología se ha desarrollado un tratamiento dentro de la rama cognitivo-conductual  efectivo. Por esta razón, si te sientes así, acude a un profesional.
Desde aquí animar a todos esos sufridores profesionales a que se cuestionen si eso que sienten es algo que les está causando verdadero malestar y a que acudan a un psicólogo, la mejor terapia para este tipo de trastornos es un tratamiento psicológico.


Si tu malestar no llega a ser tan grave, pero tienes a la preocupación rondando te pueden ser útiles varias estrategias:

-          Aprende a relajarte y a desconectar: como ya he comentado en post anteriores, tener tiempo para nosotros es fundamental, así que pinta, escucha música, haz deporte, baila, aprende técnicas de relajación, medita o lo que sea que te guste hacer en tu tiempo libre, pero desconecta por un momento de tu día a día  y relájate. Muchas veces no somos conscientes de cuanto necesitamos descansar y recargar las pilas. Tu estado de ánimo te lo agradecerá.

-          Cuando tengas alguna preocupación intenta analizarla desde un punto de vista objetivo. Si es un problema que tienes que solucionar  tendrás que dedicar tiempo a tomar una decisión analizando todas las variables del problema, así que verlo de forma objetiva te aclarará las ideas a la hora de decidir.

-          Recuerda que preocuparse no es malo y hay que permitírselo. Todo el mundo se preocupa, la incertidumbre por el futuro que vendrá es normal y además no podemos tener bajo control todos los aspectos de nuestra vida, tendremos que aceptar esto y dejar que el porvenir nos sorprenda.
Para terminar, aquí os dejo una tabla donde podéis encontrar las diferencias entre la preocupación patológica y la preocupación normal.


Preocupación patológica o improductiva
Preocupación normal
  •  Centrada en problemas distantes y abstractos 
  •  No se puede controlar y la influencia que podemos ejercer sobre ella es muy poca
  •  No se puede aceptar ninguna solución porque no garantiza el éxito
  •  Se busca implacablemente seguridad y certeza de resultados
  •  Tendencia a catastrofizar
  •  Se percibe indefensión para afrontar la situación
  •  Se asocia con altos niveles de ansiedad o angustia

  • Centrada en problemas inmediatos y realistas
  •  Se puede ejercer cierto control real o influencia sobre ella
  • Provoca que nos centremos en resolver el problema o la situación
  • Se permite probar y evaluar soluciones imperfectas
  • Hay voluntad de tolerar un riesgo e incertidumbre razonable
  • Se ven tanto resultados positivos como negativos de la situación
  •  Se percibe un mayor nivel de auto-eficacia para afrontar la situación
  • Asociada a niveles medio-bajos de ansiedad o angustia

viernes, 6 de febrero de 2015

¿Sigues con tus propósitos de año nuevo?

Estamos a 6 de febrero. Hace un poco más de un mes desde que entramos en el 2015. Y ahora la pregunta es: ¿Cómo lleváis los propósitos de año nuevo? Quizá es demasiado pronto para que hayan decaído del todo, pero a muchos lo que nos pasa, es que año tras año empezamos el año con mucha alegría y muchas ideas (estudiaré más, voy a dejar de fumar, este año sí que voy a hacer deporte enserio) pero poco a poco va pasando el tiempo y esa energía e ilusión que nos invadía se va desvaneciendo y vamos dejando nuestros propósitos a un lado.

¿Y por qué nos pasa esto?

En los tiempos que corren es muy difícil estar motivado. Esto es una realidad. Ya sea para dejar de fumar, aprender un idioma nuevo o encontrar un trabajo, seguir con la misma ilusión con la que empiezas el primer día, es difícil. Actualmente estamos rodeados de un ambiente que nos desanima y no nos deja ilusionarnos como es debido, porque tener ilusiones en la vida es algo muy importante para seguir avanzando, para estar motivados y continuar con nuestros planes.

A esto hay que sumarle que la mayoría de los seres humanos  somos unos expertos procrastinadores. Esta palabra que suena como un insulto significa ni más ni menos que nos dejamos las cosas para el final, que vamos aparcando nuestros propósitos y hacemos uso de la frase “pues bueno, ya lo haré mañana” y esto puede llegar a convertirse en un problema a tratar en terapia.

La falta de objetivos y la poca disciplina a la hora de hacer algo nos llevará a un estado de ánimo bajo que será el culpable de que no disfrutemos de nuestra vida y de lo bueno que tiene. En el post de hoy os voy a hablar de que cosas podemos hacer para cambiar esto.

Es muy importante ponerse un objetivo a largo plazo, definirlo claramente y visualizarlo. PERO tan importante o más es formular los pasos que vamos a tener que realizar para llegar a él. Marcarse objetivos a corto y medio plazo nos ayudará a darnos cuenta de que estamos avanzando y a reconocernos nuestros éxitos.

Sí, reconocer nuestros éxitos por pequeños que sean. Este es un factor clave para aumentar la motivación. Cuando apreciamos la consecución de nuestros objetivos, nos damos cuenta de que estamos avanzando y por tanto estamos más motivados para continuar con el paso siguiente. Algo muy útil para conseguir esto es hacer una lista con los pasos a seguir e ir tachando. Parece una tontería, pero algo tan visual nos ayudará a darnos cuenta realmente de que lo estamos consiguiendo.


Tenemos que prever que habrá días que probablemente no cumplamos al 100% con nuestro propósito, pero esto no tiene que desanimarnos. No somos máquinas que cumplen sus objetivos sin importar las circunstancias que hay a su alrededor. Todos tenemos situaciones que nos complicarán la consecución de nuestra meta, como por ejemplo no poder dedicarle suficiente tiempo a estudiar inglés porque tenemos más obligaciones. Lo importante en este caso es la constancia, hacer un poco todos los días, por poco que sea, y si ese día no podemos, no olvidarnos de que al día siguiente ¡tenemos todavía un objetivo por cumplir!

Con esto y con una actitud positiva será mucho más fácil lograr lo que nos propongamos. El 60% de la consecución de un objetivo está en creer firmemente que lo podemos conseguir.
Si te has formulado un plan realista y que crees con toda seguridad que eres capaz de lograrlo, pondrás todo de tu parte para conseguirlo, harás todo lo posible y sí, al final lo conseguirás, porque con  buenos objetivos, trabajo, esfuerzo, constancia y actitud lo imposible se convierte en posible.

Así que retomad con alegría esos propósitos de año nuevo y no los dejéis de lado por muy difíciles que los veáis, recuperar la ilusión que os hizo plantearlos como objetivos para conseguir este año, reformularlos y dividirlos en pequeñas metas, PORQUE SÍ QUE LO PODEIS CONSEGUIR J



No olvidéis que sí tenéis alguna duda, pregunta o curiosidad por resolver os podéis poner en contacto conmigo ya sea dejando un comentario aquí abajo o rellenando el formulario de contacto que podéis ver a vuestra derecha. Estaré encantada de responder a todo. ¡FELIZ VIERNES!