miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Cuándo termina la terapia?

Un tema que parece que crea mucha confusión con respecto a ir al psicólogo es la duración de las terapias. Parece que todavía tenemos en nuestra mente las terapias larguísimas estilo psicoanálisis que duraban años.
Y esta preocupación se entiende, puesto que cuando acudes a una terapia (que normalmente es privada) tienes que hacer un desembolso económico y además supone que tienes que organizar un poco tu vida para acudir a las sesiones una vez a la semana y también para dedicar tiempo y esfuerzo a hacer un cambio en esas cosas de tu día a día que no van bien.
¿Cuánto tiempo dura esto? ¿De qué depende que la duración de una terapia?
A día de hoy las técnicas psicológicas han avanzado y las terapias son sustancialmente más cortas que cuando empezó todo esto de la psicoterapia. Hace años que la investigación nos ha dicho a los psicólogos que una terapia más larga no significa resultados mejores, y a partir de ese momento empezaron a surgir corrientes ya desde la orientación psicoanalítica, como la psicología individual de Adler, de un año de duración hasta modelos como la terapia breve donde se daban un máximo de 25 sesiones o terapias sistémicas como el modelo interaccional del Mental Research Institute de 10 sesiones. Incluso se han llegado a crear corrientes terapéuticas donde las sesiones no duran más de 10 minutos.
A nivel anecdótico os dejo una serie donde se “utiliza” sesiones de 3 minutos, en su versión española. 

Un proceso de terapia está estructurado para que tenga más o menos una duración concreta, en el caso de la terapia cognitivo-conductual se trabaja con este esquema:
1-      Evaluación
2-      Hipótesis
3-      Terapia
4-      Mantenimiento y prevención de recaídas
Pero no nos debemos olvidar que la psicoterapia es algo muy individualizado y que aparte de la estructura que nosotros pensemos que es la mejor para organizar la terapia, entran en juego muchos otros factores que harán que la terapia sea más o menos larga. Estos factores son:
-          El problema que se vaya a trabajar y su complejidad: no es lo mismo trabajar una fobia que una depresión instaurada desde hace 5 años. Cada caso es un mundo y cada persona es diferente, esta es la razón básica para que la duración varíe tanto de unos casos a otros, pero no la única.
-          El tiempo y el esfuerzo que le dedique la persona a las “tareas para casa”: hacer terapia consiste en aprender estrategias y técnicas para cambiar la situación que te ha llevado a tener ese problema, por tanto, las cosas que aprendes en terapia las tienes que aplicar en tu día a día, cuanto más te esfuerces y más practiques más se reducirán los tiempos.
-          La prioridad que le des en tu vida a la solución de ese problema: como decía antes, no es lo mismo trabajar una fobia que solo me produce malestar en ciertas situaciones que trabajar un problema que me provoca mucho malestar durante la mayor parte del tiempo. El segundo caso tendrá mucha más prioridad en nuestro día a día puesto que este malestar también nos está motivando a trabajar para que el problema se solucione antes.
-          Las ganancias secundarias que nos aporte este problema: esta razón quizá sea la más polémica, pero tenemos que ser conscientes de que un problema emocional puede estar provocando consecuencias en nosotros mismos y en nuestro entorno que de alguna manera nos hacen no querer solucionar el problema. Esto puede ser por ejemplo la atención que recibo de los demás o la comodidad de no enfrentarme a las situaciones que me producen malestar.
Como veis, la duración de la terapia es algo difícil de determinar, y que una terapia dure más o menos depende de muchas cosas. Lo que tenemos que tener en cuenta es:
-          Que mi terapia dure más no significa nada malo, puede ser que mi problema sea complejo y necesite de más tiempo.
-          El proceso de terapia consiste en hacer aprendizajes y cambiar patrones de conducta que han estado con nosotros mucho tiempo, por lo que tienes que tener en cuenta que no es tan fácil como cuando vas al médico y te da una medicación. La terapia requiere tiempo y esfuerzo.
Desde la psicoterapia queremos que el paciente acabe pudiendo solucionar el problema por si mismo, sin la necesidad de un terapeuta cada vez que se dé una situación problema, por tanto, por supuesto que las terapias tienen fin, ese es nuestro objetivo: que el paciente aprenda tanto que no nos necesite.

Por tanto cuando tienes un problema emocional y acudes a terapia, cuanto más tiempo y esfuerzo le dediques, más rápida será y mejor aprenderás todo aquello que tu psicólogo te está intentando transmitir, así que ¡a por ella! 

domingo, 11 de septiembre de 2016

¿Cuidas tus emociones?

La mayoría de nosotros intentamos cuidar nuestra salud, pero ¿nos preocupamos por nuestras emociones?
Para poder hablar de emociones, primero tendremos las tendremos que definir.

Las emociones son procesos psicológicos útiles para el ser humano, puesto que ayudan a que este se adapte a su entorno de forma eficaz.
Estas se generan por la valoración cognitiva que hacemos de una situación, es decir, como interpretamos esa situación.
Se puede distinguir entre emociones primarias y emociones secundarias. Las emociones primarias serían aquellas que se dan en todo el mundo del mismo modo: el miedo, la ira, la tristeza, el asco, la felicidad y la sorpresa. Por su parte las secundarias, son aquellas cuya respuesta varía de un individuo a otro: la ansiedad, la hostilidad, el amor, el cariño… estas emociones no las expresamos igual, si no que dependiendo de la persona, la  expresará de una forma o de otra.
Las emociones se pueden educar, y con ello se logra la prevención de conflictos interpersonales, baja autoestima, sentimiento de falta de valía personal, entre otras.

Una buena inteligencia emocional capacita a las personas para afrontar de forma más adaptativa las situaciones conflictivas o estresantes.
Una persona emocionalmente competente se caracteriza por:
  •           Ser capaz de reconocer y expresar emociones
  •          Ser capaz de percibir las propias emociones y las de los demás
  •           Ser capaz de regular sus emociones
  •           Ser capaz de establecer relaciones satisfactorias con otras personas

Según Goleman (1996), las personas emocionalmente inteligentes:
  •           Saben qué emociones experimentan y por qué.
  •           Perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen.
  •         Son reflexivas y se muestran seguras de sí mismas.
  •           Controlan su impulsividad y las emociones perturbadoras.
  •           Piensan con claridad y no pierden el control cuando son sometidas a presión.
  •           Son socialmente equilibradas y comprenden los sentimientos y las preocupaciones de los demás, así como su perspectiva.

Por tanto cuando trabajamos la educación emocional ayudamos a que las personas consiguan todo esto. Hay que tener en cuenta que  esto se consigue poco a poco. La educación emocional es un proceso de aprendizaje, entrenamiento y desarrollo continuo y permanente. Y sus objetivos son (Steiner, 2013):
  1. Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones
  2. Identificar las emociones de los demás
  3. Denominar las emociones correctamente
  4. Desarrollar la habilidad para regular las propias emociones
  5. Subir el umbral de tolerancia a la frustración
  6. Prevenir los efectos nocivos de las emociones negativas
  7. Desarrollar la habilidad para generar emociones positivas
  8. Desarrollar la habilidad de automotivarse
  9. Adoptar una actitud positiva ante la vida
  10. Aprender a fluir


    Preocuparnos por nuestra salud incluye también preocuparnos por nuestra salud emocional. ¡Cuidalá!